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Venezuela a través de sus ojos

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(De izquierda a derecha: Luis Eduardo López, Valentina Calle, César Quiaro y Andrés Ayala, algunos de los estudiantes UFV venezolanos que han compartido su historia de exilio.

¿Hoy...?, ¿mañana...? Nadie lo sabe, especialmente porque ya van 20 años de enfrentamientos entre el chavismo y aquellos que se oponen a sus medidas. La rivalidad no varía; lo que ha cambiado son las razones por las que se enfrentan: en 1999 hubo muchas manifestaciones en contra de la nueva constitución promovida por Hugo Chávez, que, entre otras cosas, le permitiría permanecer más tiempo en el poder. En 2019, las manifestaciones son en contra del Gobierno en el marco de una crisis económica y humanitaria que ha superado las expectativas de todos los venezolanos y del mundo entero.

 

Cada vez más, el número de venezolanos que huyen de la escasez de alimentos, agua, electricidad y medicinas, así como de la represión política por parte del Gobierno, aumenta. Esto se ha intensificado, porque dentro del país da miedo ponerse enfermo. Se lucha. Da pánico tener hambre. Se arriesga hasta la vida, y al día siguiente, hay que seguir como si nada hubiese pasado.

“Si no eres venezolano, siempre te va a costar entender la situación y la cultura”, comienza Valentina Calle, alumna de tercero de Derecho y Criminología en la UFV. “Hay gente que la está pasando muy mal. Los que están allá viven… pero es más sobrevivir que vivir”, explica. “Lo que se enseña no es la realidad. Esta nunca se va a conocer del todo. Cuando la gente te dice que está sufriendo y no tiene qué comer es porque es verdad”.

César Quiaro, alumno de primer curso de Bellas Artes en la UFV, aclara que los inmigrantes viven fuera porque no pueden estar en su país, a pesar de que “desearían estarlo”. Es más, la corresponsal de la BBC en América del Sur, Katy Watson, estima que “cada día unas 5.000 personas recogen sus pertenencias y emprenden camino deseosos de huir”. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se espera que el número de desplazados supere los cinco millones a finales de 2019.

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Venezuela ocupa el primer lugar en el ranking de entradas
de extranjeros a España, país con la comunidad de
venezolanos más numerosa de Europa.

 

La mayoría de los venezolanos que salen del país escogen la ruta a pie: la dura, pero es la más económica y, por ello, la única viable. Niños, antiguos empleados de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), madres, profesores de universidad y ancianos empiezan a caminar antes del amanecer, arrastrando su par de maletas durante al menos 201 kilómetros, a no ser que puedan hacer autostop. La gran mayoría recorre carreteras peligrosas para ir a otras partes de Sudamérica. La BBC expone que más de un millón de personas han escogido Colombia como su nuevo hogar; medio millón más intenta llegar a Ecuador, Perú y otros países.

 

Otros millones de migrantes escogen países con conexiones profesionales o familiares ya establecidas. Venezuela ocupa el primer lugar en el ranking de entradas de extranjeros a España, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). De hecho, el éxodo venezolano a países americanos se ha vuelto ilegal, ya que naciones como Brasil y Perú han obstaculizado la entrega de documentos de residencia y nacionalidad a los venezolanos.

 

En España, en cambio, se encuentra la comunidad venezolana más numerosa de Europa, cuyo crecimiento se ha disparado un 58% desde 2014. “No hay mucho que echar de menos de Venezuela como país, porque todo aquí es mejor: puedo salir a caminar a la calle sin tener miedo de que me roben o me maten. Puedo expresarme tranquilamente sin que me persigan”, comenta César Quiaro mientras sostiene la mirada y aprieta sus manos.

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“Al final son circunstancias de la vida. Tienes que aceptar

que tu vida nunca va a ser como la que tuvieron tus padres. Te tienes que acostumbrar”,

Valentina Calle, alumna venezolana UFV

 

Los venezolanos escogen el país ibérico por sus vínculos familiares. Luis Eduardo López, alumno de cuarto curso de Gastronomía en la UFV, sonreía al decir que “las raíces tiran siempre”. Como a muchos venezolanos, que su abuelo fuese gallego le permitió numerosas facilidades a la hora de mudarse a España. De hecho, el diario El País afirma que más del 60% de los residentes nacidos en Venezuela tienen la nacionalidad española.

 

Otras personas escogen España por las oportunidades económicas y de inversión que ofrece este país. Este es uno de los principales motivos por los que los padres venezolanos dan la oportunidad a sus hijos de venir a estudiar, a pesar de que la mayoría cuentan ya con formación previa. Estos jóvenes, que deberán crecer separados de sus familiares, se reparten en las diferentes universidades del país.

 

Los venezolanos escogen España respecto del resto de países europeos, porque aquí encuentran una cultura e idiosincrasia similar a la de su hogar. Uno de los valores más importantes de la personalidad caribeña es la amistad. Esto es lo que los 62 alumnos venezolanos han encontrado este curso en la UFV.

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LA DURA ADAPTACIÓN

Lo más difícil es la falta de contacto con tu familia”, cuenta Andrés Ayala, estudiante de primero de Comunicación Audiovisual en la UFV. “La falta de cariño, que no puedas abrazarlos o verlos”, continúa, “la única forma de contactarlos es por llamada. Es difícil”.

 

No solo eso: el hecho de que sus familiares tengan que quedarse en Venezuela - ya sea por el rechazo a abandonar lo único que han conocido o por razones

económicas - realmente angustia a estos jóvenes. Andrés dice que se preocupa por ellos todo el tiempo: “Con todos los problemas que hay allá, imagina que les pase algo y que yo no pueda volver”.

 

Valentina Calle añade que lo más duro son los momentos que se pierden y el tiempo que nunca podrán recuperar: “En Navidad o en los cumpleaños la familia se reúne y siempre estás fuera. Al final, la relación se va perdiendo poco a poco”. Ella también comparte que, en numerosas ocasiones, su mente la traiciona y piensa cómo sería su vida si se hubiese quedado: “Al final son circunstancias de la vida. Tienes que aceptar que tu vida nunca va a ser como la que tuvieron tus padres. Te tienes que acostumbrar”.

 

Bettina Fisman, alumna de tercero de Psicología en la UFV, confiesa que lo más difícil es compaginar ambas vidas y aceptar que no estás siendo egoísta al vivir fuera: “Te estás formando y no estás dejando de lado a Venezuela. Lo sigues sufriendo; pero de una manera distinta."

 

El éxodo venezolano comprende que a esta situación de incertidumbre, desconocimiento y miedo, se le suman también los prejuicios que se han ido sembrando en el extranjero acerca de su cultura. Algo que sienten que deben vivir por ser “invitados” o “ciudadanos temporales” en el exterior. “Existe el racismo. Justamente contra Venezuela, menos; pero sí en contra de América Latina”, comenta Luis Eduardo López.

De hecho, al querer hablar sobre su experiencia personal, Luis Eduardo duda y responde que se ha sentido acogido en un 95%. ¿Y ese 5%? “Son ciertas personas que tienen su mentalidad, su forma de ver la vida y, realmente, no se puede hacer nada con ese tipo de personas, respetarlas”.

 

A pesar de que se hayan registrado algunos episodios de discriminación, España ha hecho un gran esfuerzo para acoger a los 95.474 venezolanos que residen en el territorio, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). César Quiaro corrobora lo anterior a partir de su experiencia: “Siento que no nos juzgan, entienden la situación y sienten empatía hacia nosotros”. Andrés Ayala coincide en que, a pesar de la distancia, se siente “bastante acogido y querido”.

 

No obstante, lidiar con estas opiniones no es lo único que dificulta su integración. A pesar de haber conseguido una vida mejor fuera de Venezuela, el día a día continúa siendo un reto. “Extraño a mi madre”, dice César, “o a las cosas que dejé allá”. Luis Eduardo López, en cambio, defiende que la cultura es lo que más echa de menos: “La forma de pensar, de vivir, la comida y los sabores”.

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LA PAUSA INFORMATIVA

 

Los medios de comunicación del mundo han prestado singular atención a Venezuela, especialmente a partir de los eventos que se han desencadenado con el juramento del presidente interino Juan Guaidó el 23 de enero de 2019. Sin embargo, evitar la infopolución de bulos e informarse sobre su país desde fuera, se ha convertido en otro obstáculo para los jóvenes migrantes.

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Desde la llegada de Nicolás Maduro al Gobierno,

unos 115 medios de comunicación han cerrado en Venezuela.

 

“Venezuela es la tormenta perfecta”, comenta Ángela Núñez, periodista internacional de Radio Nacional de España (RNE), doctora en Historia Contemporánea de América Latina y profesora de Introducción a Historia de Iberoamérica en la Universidad Francisco de Vitoria (UFV). A medida que se ha intensificado el volumen de noticias sobre la situación en el país caribeño, el rigor periodístico ha disminuido. Ángela Núñez lo atribuye a los distintos filtros por los que tiene que pasar la información antes de salir del país. “Es la tormenta perfecta para impedir que la información fluya con normalidad: desde el origen hasta el lugar de llegada”.

 

La alumna Valentina Calle cree que el problema no está en cómo se ha tratado la información internacionalmente. Más bien, manifiesta que la culpa es del Gobierno venezolano que no permite que las imágenes reales se transmitan. Dentro de Venezuela conseguir la información es complicado, costoso y peligroso.

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“Desde el primer momento las verdaderas noticias se taparon”, asegura Luis Eduardo. Según el periodista José Escalona del periódico venezolano El Índice, “alrededor de 115 medios de comunicación se han cerrado en Venezuela desde que llegó Nicolás Maduro al poder”. Esto ha restringido las posibilidades del periodismo y de la libertad de prensa. César Quiaro anota que “si en Venezuela no se puede contar bien lo que pasa, afuera tampoco”.

Son los medios extranjeros y los canales de información internacionales los actores que han permanecido sobre el terreno y han afrontado el coste económico y el riesgo que esto implica.  No obstante, según la periodista Núñez, esto solo perjudica a la información: “Si hay menos medios sobre el terreno y, además, se trata de grandes compañías, hay menos diversidad y pluralismo, porque la información es más monolítica”.

 

Venezuela es también el foco de muchos intereses políticos, económicos e internacionales. Por ello, la información que recibe la comunidad internacional está mediatizada. “Esto ya es un prejuicio del tratamiento informativo que se refleja en España”, agrega Ángela con tono serio. 

 

Además, en muchas ocasiones el tratamiento de la información en España está contaminada por los intereses políticos y económicos con el país caribeño. En muchos casos, se hace una asociación, aparentemente natural, entre la situación en Venezuela y el partido político Podemos. Según la doctora en América Latina se trata de “una utilización sesgada de la información, con intereses políticos muy marcados que no añaden nada a lo que debería llegar sobre el país”. Esto ha favorecido el deterioro de las coberturas informativas, un denominador común entre los distintos conflictos internacionales actuales. El espectador se queda en los titulares llamativos. En definitiva, las noticias carecen de profundidad.

 

No obstante, en general los medios de comunicación españoles se muestran bastante comprensivos con respecto a la situación de los venezolanos, especialmente con todos aquellos que, al huir de su país, llegan diariamente a España. Un ejemplo de este apoyo mediático es el hecho de que en los medios de comunicación españoles los venezolanos reciben el título de "exiliados". Esto no ocurre con ningún otro país, según la periodista de RNE. Valentina defiende que, en su mayoría, los medios españoles intentan “enseñar la verdad”; por su parte, Luis Eduardo cree que se ha transmitido una realidad tendenciosa:  “Han mostrado la que han querido, pero al menos, lo han hecho”.

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"Vencer el mal con el bien": la propuesta humanista de

la UFV que los estudiantes van a necesitar para

restaurar el tejido social y las instituciones de Venezuela.

 

A pesar de las dificultades para informar, la continua presencia de los medios ayuda a que la crisis venezolana no desaparezca de la actualidad. Luis Eduardo comenta que “se trata de un tema que le duele a muchas personas, especialmente porque la cantidad de venezolanos en España aumenta cada vez más”.

 

Si la situación de Venezuela llegase a someterse a la espiral del silencio, los jóvenes exiliados sentirían que es su responsabilidad dar a conocer la tragedia de su hogar: “Yo vengo acá a ayudar, intento explicar lo mejor posible cuando me preguntan”, confiesa Andrés. Bettina Fisman, alumna de tercero de Psicología de la UFV, cree que, por su amistad personal, sus compañeros españoles han vivido con más interés la situación venezolana: “Aprecio mucho que ahora vienen por las mañanas y me cuentan emocionados lo que han leído y de lo que se han enterado”.

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ENSEÑAR DESDE EL EJEMPLO 

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La UFV se ha convertido en el lugar de acogida en el que los venezolanos pueden aspirar a lograr lo que no pueden conseguir en su país. Así lo explica el estudiante de Comunicación Andrés Ayala, quien asegura ser consciente de la oportunidad que ha conseguido al poder “aprender y madurar” en una universidad como esta: “Podré aprender lo que voy a necesitar para reconstruir Venezuela cuando vuelva”. La UFV también se ha convertido en un lugar de encuentro, porque la situación “ha aumentado el cariño al país”, como cuenta Bettina. “Eres de allá y quieres ser de allá, y esto te une a los venezolanos aquí, que se vuelven tu familia”.

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“Estamos más claros de lo que queremos en la vida.

Comprendemos que tenemos que trabajar si queremos llegar a algo”,

Bettina Fisman, estudiante venezolana UFV

 

El lema de la UFV es “Vencer el mal con el bien”. Los venezolanos encuentran en esta propuesta humanista las herramientas que van a necesitar para restaurar el tejido social y las instituciones de Venezuela. La ética, la integridad personal y el compromiso social son su única alternativa; la UFV ha permitido reforzar estos valores al exigirlo en sus estudios.

 

La generación que ha tenido que emigrar, dejar a sus familiares y a sus amigos, cambiar de vida radicalmente y comenzar de cero en otro lugar, se ha vuelto más resiliente: “Estamos más claros de lo que queremos en la vida. Comprendemos que tenemos que trabajar si queremos llegar a algo y que será diferente a la generación de nuestros padres”, comenta Bettina. Este y los otros testimonios demuestran lo mucho que los jóvenes venezolanos están dispuestos a sacrificar por sacar adelante su país.

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