La familia: el entorno que pone al milenial
y a los padres al mismo nivel
Los valores familiares que encontramos en la generación milenial son tan heterogéneos como las diversas formas de definir qué es un milenial en sí. En todas las generaciones, el contexto social y cultural es distinto, pero en esta en concreto se da una tendencia a romper, a retar y al enfrentamiento sistemático: quieren vivir demasiado pronto a su manera. Dentro del ámbito familiar, hay que tener en cuenta, no solamente el contexto social en el que se encuentran, sino el contexto de sus padres. Son padres que han crecido en la época de la Movida Madrileña, pero en su rol de padres se da una cierta indefinición: a veces, como recalca Ángel Peralbo, coordinador del Área de Adolescentes del centro de psicología Álava Reyes, “se retrotraen a modelos familiares anteriores donde, de alguna manera, quieren imponer lo que no han podido conseguir durante años”. Esto tiene como consecuencia, como señala el experto, que se encuentren con grandes barreras, puesto que la sociedad ha cambiado mucho y, esos patrones que se han impuesto “hay que flexibilizarlos”.
Fruto de esa desorientación, el papel está, cuanto menos, desdibujado. La figura de los padres, actualmente, es “poco persuasiva”, explica Peralbo. Los milenials son una generación a la que la familia ha tratado de darles toda la información; mucha más información de la que quizá han tenido otras generaciones consideradas durante años como “más ignorantes”. Sin embargo, los padres, según Peralbo, “se encuentran con que esa información, de alguna manera, no ha llegado como se esperaba”.
Otra de las cuestiones que se debaten en lo que al entorno familiar se refiere, es el papel de amigo, menos autoritario, que se les atribuye a los padres. Ambas figuras, padres e hijos, son más cercanos, y en cierta manera se han trivializado las relaciones familiares, según Peralbo. En su entorno familiar, como señala el experto, los milenials son generalmente calificados como “frívolos, consumistas, blandos, frustrados, adictos a las nuevas tecnologías, una generación que no valora lo que tiene ni a las personas que les rodean”. Aunque esta consideración por los demás es variable según el tipo de relación que mantienen.
Se trata de una generación caracterizada por respetar a sus iguales, por los que consideran sus amigos. Sin embargo, en el ámbito familiar, señala Peralbo, que el respeto que se espera por parte de esta generación, ese retorno en función del concepto que tienen los padres, “no llega, al menos no en la forma esperada”. Se produce una falta de entendimiento hacia las inquietudes del resto de miembros de la unidad familiar, así como una desconexión con los valores predominantes en ella.
De esta forma, es difícil establecer la línea del respeto y el cumplimiento de las normas. Este respeto debe ser mutuo, recalca Peralbo. Los padres también han de respetar a sus hijos. En el reparto de responsabilidades, los padres deben exigirles en función de sus capacidades, y no sobreprotegerles.
Según explica este experto, estamos ante una generación consumista y tecnológica, en la que además están incluidos sus propios padres. Es la propia sociedad la gran proveedora de todo. Sin embargo, según Peralbo, el modelo familiar es otro: “Es un modelo en el se convive con la familia y en el que es necesario corresponsabilizarse. Hay que pactar, hay que negociar, hay que sentarse, pero desde la cercanía y la firmeza; la cercanía que permita entender que no tiene ningún sentido volver a parámetros antiguos”. En este sentido, Peralbo explica que lo que se necesita es una implicación que lleve a buen cauce, dentro de los valores familiares; el establecer un tránsito donde se pueda hacer un ejercicio de la autoridad con un nivel de implicación mayor. Aún así, estamos ante una generación muy comprometida con la amistad, con sus iguales, pero no con unos conceptos claros de construcción de familia, de construcción de compromisos.
De todo ello, se puede deducir que es una generación focalizada en vivir el momento y muy despreocupada del establecimiento de buenos hábitos a medio y corto plazo. El acceso a múltiples experiencias a las que otras generaciones no han podido acceder es un valor en alza. Ese anhelo de vivir la vida al máximo hace que estén mucho más concienciados del entorno que les rodea. Es una generación muy conectada al presente.